Las recientes elecciones al
parlamento griego son polo de atracción informativa en el inicio de un año electoral.
Muchos análisis se interesan por examinar en qué medida los resultados de estas
elecciones pueden tener influencia sobre el electorado español.
Yendo un poco más allá de la
obviedad de que Grecia no es España, me parece un ejercicio oportuno mirar
hacia atrás para revisar si acaso las anteriores elecciones griegas tuvieron
alguna influencia sobre la configuración del actual espectro político español.
En junio de 2012, con motivo de
la celebración de las anteriores elecciones al parlamento griego, escribí un
artículo (enlace al artículo) en el que planteaba la
importancia de aquellas elecciones. ¿Quién por entonces hubiese imaginado la posibilidad de que hoy, sólo dos años y
medio más tarde, una nueva fuerza política amenazase con hacer añicos el statu
quo político de este país.
En el cuerpo de aquel artículo
decía lo siguiente: “La
hipótesis de partida consiste en admitir que la actual clase política es una casta que se considera propietaria de
lo público más que administradora al servicio del público”, y
concluía de la siguiente manera: “las
elecciones democráticas griegas pueden
suponer la aparición de una nueva fuerza social y política que
sitúe en el centro la protección del ciudadano”.
El tiempo transcurrido entre elecciones ha servido
para que la forma verbal (pueden) haya
evolucionado a Podemos.
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